Fin de semana de locura
El viernes finalmente llegó mi amigo Rex a Buenos Aires y durante el fin de semana no paramos de hacer cosas.
El viernes a la noche caminamos por palermo y luego fuimos a la parrilla La Popular, en donde nos arrancaron la cabeza como nunca en la vida. Nunca más Popular, El Mosquito es igual de bueno y es muchisimo más barato (la mitad de barato, mínimo).
Sábado: como Papá Oso tenía que laburar un rato por Martínez, nos fuimos a caminar por zona norte y bajamos hasta el río. Rex no sólo está sorprendido con que BA es como una ciudad del primer mundo, sino que no puede creer la cantidad de gente dable que hay (cosa que se hizo evidente cuando vimos muchísimos chicos tomando sol sin remera en Vicente López). Despues de un incidente con mosquitos (parece que en EEUU los mosquitos son satan por culpa del West Nile Virus) nos reencontramos con Papá Oso y fuimos hasta Bar Isidro, donde degustamos unas hamburguesas espectaculares (bah, el yanqui se pidio un omelette y una ensalada...sin palabras).
Más tarde vino el cultural clash de la semana: ir a Coto con un extranjero. Ya empezó mal la cosa cuando fuimos al baño y una loca horriiiible nos miró insistentemente mientras usábamos los mingitorios (una experiencia traumática tanto para mí como para Rex). Siguió una recorrida maratónica por las góndolas. Ah, y nos enteramos que en Estados Unidos usar desodorante no es cosa de osos (...hmmm).
Rex no quería nada con grasa vegetal hidrogenada, porque dice que es nociva para el cuerpo. Y quería pescado en lata pero no sabía cual. Tampoco sabía qué fiambres comprar... después de ofrecerle pastrón, lomito y cosas por el estilo sin éxito terminó diciendo: "bueno elíjanmelo ustedes". Finalmente pudimos salir de allí con vida y sin que Rex y Papá Oso se cagaran a palos discutiendo sobre los efectos (o no) de los transgénicos y demás alimentos "sospechosos". Nota mental: si vas a llevar a un gringo loco al super, llevalo a uno chiquito así no te enferma el cerebro.
El domingo la idea fue ir a la Feria de Mataderos. Y allí fuimos (Petit Voleur incluido) así que estuve a 4 manos. Aprovechamos para comprar regalos para el día de la madre y Rex compró un par de chucherías útiles (¡y hasta regateó en un stand de cinturones!). También comimos muchas empanadas, locro y tamales (por si aún no lo saben, las empanadas fritas y el locro rankean alto en mi ranking de comidas nocivas preferidas). Según Rex, en México hay algo parecido al locro pero con otro nombre, y los tamales son exactamente iguales.
Más tarde, a eso de las 10, caímos en el Club de Osos, en donde tuve miedo de ser acuchillado por ursinos hambrientos y celosos de los agraciados especímenes que me acompañaban.
Bailoteamos un rato y después llegaron J&J. Mucha música maraca (según Rex fue como una pasada de todos los clásicos disco gay de la historia). ¡Y gente sin remera! (confieso haberme dejado llevar, ahora estoy avergonzado... o tal vez no, me gusta mostrar los tatuajes una vez cada 10 meses mas o menos. Además hacía un calor de morirse).
Cerramos la noche comiendo pizza en Marcelo T y Pueyrredón. Ah, no doy más. Trataré de postear más cosas sobre nuestras siguientes salidas. Si les interesa el punto de vista de Rex sobre BA (me parece bastante piola) chequeen su blog.
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