Woof!
Tras una cena antológica en casa de J&J (con Petit Voleur incluido), partimos hacia el Club de Osos. Lleno de gente (aunque llegamos medio tarde). A veces cuando entro en ese lugar (sobre todo durante el bloque cumbia) pienso que estoy en una película mexicana o colombiana en la que muestran los bailes de los bajos fondos. Igual nos divertimos mucho. Papá Oso, como siempre, rompió corazones a granel, aunque un par de afortunados ligaron muestra gratis de beso.

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