Lecturas
Sigo con mi recuento de las lecturas vacacionales. En este caso, "La importancia de llamarse Ernesto" / "Salomé", by Oscar Wilde.
Adoro a Oscar Wilde desde que leimos en la Cultural Inglesa la "versión tontamente reducida para principiantes" de "The Picture of Dorian Gray". Obvio que incluso en esa escandalosamente simplificada versión se percibía que esa Dorian era una loca mala, mala, mala. Obvio, un par de años más tarde leí la versión completa y en idioma original y me volví loco.
Así que como quería llenar un par de huecos en la obra de Wilde que sentía que necesitaban ser llenados, me llevé a Cólon dos ediciones dobles: "La importancia de llamarse Ernesto - Vera o los Nihilistas" y "Una mujer sin importancia - Salomé".
Y apenas tuve tiempo-ganas de leer las que más me interesaban (sigo sin estar seguro de si leí o no "Una mujer sin importancia", yo creo que sí, aunque temo confundirme con "Un marido ideal" o "El abanico de Lady Windemere").
"La importancia de llamarse Ernesto" es una comedia deliciosamente wildesca: dos pícaros
jóvenes de alta sociedad inventan personajes falsos a los que dicen "asistir" con sus cuidados, para poder escapar a sus obligaciones. Todo termina en un tremendo enredo que tiene un final encantadoramente feliz. o que más me gusta de este tipo de obras de teatro es que Wilde las llena de frases geniales y reflexiones al pasar sobre la vida, el arte y su época.
"Salomé" es, podríamos decir, un poco más "dark". Se trata de una versión de una historia bíblica que cuenta que la princesa Salomé mandó a decapitar a Juan, el Bautista, porque él la rechazó. Muy turbia en su argumento, para la época debe haber sido hipertransgresora. Pero me parece que es de esas piezas que tienen poca gracia al ser leidas solamente (me imagino el escándalo de proponer en 1891 que en el medio de un drama haya una danza de los siete velos).
Coming up next: Capote y Boogie.
2 comentarios:
Wilde era un depravado, testaferro de Menem en La Rioja
Mariano
En el año 2000, The New York Times invitó a cien críticos (yanquis e ingleses) a elegir las cien mejores comedias y tragedias del milenio y en comedia eligieron La importancia de llamarse Ernesto en primer lugar (Shakespeare se llevó varios de los diez primeros puestos en tragedia).
Salomé no está a la altura de sus comedias (de la Importancia, en primer lugar, y de las otras que mencionás), pero es buena igual. No sólo fue un escándalo en su época sino que no pudo representarse. Incluso en 1908, varios años después de la muerte de Wilde, la municipalidad de Buenos Aires prohibió la representación de Salomé en esta ciudad y Soiza Reilly sacó un artículo antológico en Caras y Caretas (la verdadera) en el que defendía a Wilde (era, por entonces, el inmombrable, por el juicio por sodomía) y en especial Salomé.
Que seas feliz
danimoli
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