Rosario 2010

Antes de regresar a Buenos Aires hicimos una paradita en Rosario, con un doble objetivo. Uno: visitar amigos. Dos: hacer que el regreso de las sierras fuera menos pesado. Nos alojamos en el Hotel Majestic, uno de los más antiguos de la ciudad. Sencillo, lindo y ubicado cerca del centro.

Europa, Europa
Conocimos una parte de la ciudad que no habíamos podido ver la vez anterior que subimos y que nos dejó bastante maravillados, de estilo muy europeo y muy bien conservada. Y realmente da un poco de lástima ver que Buenos Aires tiene edificios igual de lindos pero a los que no se mantiene ni se cuida de la misma manera. En BA prima la creencia pelotuda de que nuevo y moderno es mejor. Y así está la ciudad de saturada y decadente en su arquitectura. En fin.
Volviendo al relato principal, recorrimos la peatonal y sacamos muchísimas fotos de edificios geniales. Nos enamoramos mal del Palacio Minetti, primer rascacielos de la ciudad y exponente magnífico del esplendor del Art Deco. De hecho, entramos a una de las tiendas que el edificio tiene en su planta baja y pudimos chusmear que las formas extravagantes de la fachada se repetían en los cielorrasos y que las columnas internas tenían bajorrelieves mezcla de modernismo y constructivismo que simbolizaba el poder de Rosario en los años 20 como polo agrícola/industrial y fuente de progreso para la región. Ah, cuando nos pusimos a sacarle fotos a la reja (en la que se reproduce repetidamente la imagen de una mujer con distintos íconos en su mano) el portero salió a darnos un folletito explicando la historia del lugar. En Buenos Aires nos hubieran invitado (no muy) amablemente a que dejemos de sacar fotos y nos hubieran tratado de ladrones.


En una de las calles paralelas también sacamos muchísimas fotos del Palacio Fuentes, un edificio topísimo con una fachada bastante recargada (incluidos faroles colgantes de hierro y reproducciones de estatuas famosas como la Venus de Milo). Ah, una señora que pasaba nos contó que el arquitecto había sido su bisabuelo y que el lugar había sido construido con impulso de Rockefeller.
Y claro, es que a los rosarinos les llamó mucho la atención ver a dos gorditos sacando fotos a sus edificios y muchos se nos quedaron mirando, un poco confundidos. ¿No les parece que tienen muchas cosas dignas de ser fotografiadas?
En síntesis, una ciudad muy europea y, al menos en su centro histórico, muy cuidadosa con su herencia cultural y su patrimonio arquitectónico.

Comer afuera
Y como no podía ser de otro modo, hicimos varias paradas gastronómicas. El primer día fuimos a Billy Lomito (está en la peatonal, justo al lado del Palacio Minetti), en donde una picada enorme con una cerveza nos costó 30 pesos. Mención aparte merece el show de moda y belleza que son los rosarinos que se pasean por el lugar. ¡Impagable!
A la noche fuimos a Nicasio, un restaurant "populoso" en el que se pueden comer pizzas, milanesas y demás. Muy rica la pizzanesa de espinaca Y muy económica la propuesta: gastamos 60$ entre dos personas. Lo que sí, nos quedamos impactados con esta nueva moda de mezcla champagne con speed. ¿Qué le pasa a la gente? ¿Está loca? Con Papá Oso estamos indignados.
El sábado quisimos volver a Billy Lomito, pero estaban cerrando (¡a las 14.30!). Así que nos refugiamos en el bar de la librería El Ateneo (también sobre la peatonal) y pedimos un sandwich de atún y una ensaladita bautizada "Aruba", con kanikama, arroz y demases. A la tarde pasamos por Davis, al ladito del museo Macro, sobre el Río Paraná. Un lugar soñado, en un ambiente natural increíble y con precios muy accesibles (comparados con Buenos Aires).Y a la noche fuimos con Andrea, Fabián, Osvaldo y Javier a El Oso Sala La Sopa, un bodegón muy kitch decorado con estilo "retro ecléctico". En sus paredes hay fotos y cuadros de distintas épocas (muy de casa de señora mayor), posters de revistas y hasta algunas fotografías de cine (al lado teníamos una de l gy en del techo cordo Porcel). Y del techo cuelgan apliques de luz muy años 50/60/70. Divertida la propuesta aunque la comida no nos convenció del todo, sobre todo teniendo en cuenta relación calidad precio.


Why so serious? Tengo que confesarlo: soy fóbico a los muerciélagos. Tuve varios encuentros cercanos y realmente son criaturas que aborrezco y que me paralizan de miedo. Y Rosario está infestada de ellos. Pero la cuestión es que estos bichos en la ciudad mencionada vuelan muy bajo. Y se esconden en lugares por donde pasan personas, cosa que en BA no sucede. Cuestión que volvíamos al hotel y yo iba re dormido y de una recovita con un par de locales salió volando y nos rodeó una de estas criaturas. Terminé "on the verge of a nervous breakdown", pero por suerte se me pasó rápido. ¡Criaturas abominables!


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Más fotos emo

Tras el éxito (?) de las fotos de la niebla, vamos con unos "out takes" de fotos emo de Calamuchita:









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Último día en VGB

Se termina la estadía en Villa General Belgrano. Mañana partimos a Rosario, en donde vamos a pasar dos noches. El domingo, back to Buenos Aires.

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Cerro Champaquí / Los Linderos

El año pasado el clima no nos permitió llegar a la cima. Por eso, este año reincidimos subiendo en auto al Cerro Los Linderos y al Cerro Champaquí, que con 2790 metros es el más alto de la provincia (y la segunda "maravilla natural", después de la Laguna Mar Chiquita, según los propios cordobeses).


Y esta vez llegamos, aunque no fue nada fácil y el clima nos volvió a jugar una mala pasada; con una nube de tormenta que salió de la nada y que hizo que el descenso fuera casi imposible, con un larguísimo tramo en el que no pudimos superar los 10 kilómetros por hora debido a que teníamos una visibilidad de menos de 10 metros. De más está decir que mientras Papá Oso maniobraba con la pericia de un piloto de rally, yo estaba con el corazón en la boca.


Por suerte salimos sanos y salvos de tan arriesgada empresa. Y nos quedaron unas cuántas fotos para compartir con ustedes.

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La Casa del Oso

Ojo cuando vayan a La Cumbrecita. Entre los árboles y las casitas estilo alemán acecha una criatura peligrosamente encantadora que se come a los niños que se portan mal

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El Viejo Munich

El Viejo Munich es otro de los restaurantes famosos de Villa General Belgrano, que además tiene su propia fábrica de cerveza artesanal. El año pasado nos quedó sin visitar, así que este año fuimos muy entusiasmados.


Tienen una carta enorme, así que optamos por algo sencillito. De entrada una Wurtsalad: ensalada de salchicha alemana, mostaza, tomate, queso, pepino agridulce y cebolla. ¡Un hallazgo! Y como plato principal compartimos una picada Viejo Munich, que tenía con una selección de fiambres alemanes, ensalada de papas, salchicha, spatze, goulash, leberwurst, chucrut y pickles varios.

La verdad, comimos muy rico en un lugar muy pintoresco (nosotros cenamos afuera, pero el salón adentro es enorme y decorado "estilo alpino"). Ah, puntos extra para la cerveza artesanal roja. Y muy bueno el postre "Brownie Imperial", con mousse de chocolate y charlotte.

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Las fotos emo de la niebla

El sábado fuimos con Papá Oso a La Cumbrecita y en el camino (tomamos la ruta que pasa por Atos Pampa e Inti Yaco) nos agarró la niebla. En realidad, era una nube que tapaba la zona a varios kilómetros a la redonda. Saqué unas cuantas fotos. Miren esta en Inti Yaco:

Me armé un mosaico con el resto de las fotos. ¿No son re emo?

Las pueden ver mejor en Flickr.


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Alta Gracia

Hartos de la llovizna, decidimos aprovechar el domingo para ir a un lugar en el que no importara mucho el tema lluvia. Así nos decidimos a conocer la ciudad de Alta Gracia, que queda a unos 50 km de Villa General Belgrano. El camino es muy bonito, sobre todo la parte después del Dique Los Molinos, con muchos árboles, paredes montañosas y lindos paisajes.
Lo único que sabía de Alta Gracia era que había un Museo del Ché. Cómo lo sé, no tengo ni la menor idea. Pero mejor no indagar mucho en el tema, porque este detalle mi hizo acordar mucho a un amor adolescente (no correspondido) que tenía devoción casi religiosa por el Ché. Pero dejémoslo ahí y sigamos con el relato.
Gracias a la magia del GPS, caimos directamente en el centro neurálgico de la ciudad, en donde se encontraba la antigua estancia jesuítica Alta Gracia, primer asentamiento del lugar que le dio enorme empuje a la zona y la convirtió en una de las ciudades más importantes de la provincia.
Después de pasar a buscar info en la Torre del Reloj (que funciona como oficina de turismo), fuimos a visitar la iglesia y después entramos en la estancia, construida en el siglo XVIII y declarada patrimonio histórico de la humanidad hace unos años.
Muy buen paseo, el lugar está muy bien conservado y es un testimonio muy grosso de cómo eran este tipo de estancias en los albores del país. El lugar fue residencia del Virrey Liniers y conserva parte del mobiliario original y muchas de sus dependencias recreadas con detalles muy precisos. También hay un ala dedicada a las imágenes religiosas y algunos recovecos lindos para sacarse fotos.





Terminada la visita, nos dirigimos a la calle principal a buscar algún lugar para comer, pero la misión fue imposible. Domingo a las tres de la tarde está todo cerrado. Bueno, casi todo, porque después de caminar y caminar entramos a un restó de la esquina de la estancia jesuítica que al principio no nos gustó del todo pero que resultó una grata sorpresa. ¡Comimos los mejores ravioles EVER! Y no nos mataron con el precio. A esa altura el clima ya había cambiado y de lalloviznita molesta que teníamos cuando entramos a la iglesia pasamos a un calor húmedo y sofocante.
Pero no nos podíamos ir sin visitar el Museo Casa del Ché. Emprendimiento que me parece muy bueno (la comuna compró la casa para hacerla un museo) pero un poco pobre, porque son casi todas fotografías. Y más allá de recorrer el lugar donde el Ché pasó su infancia, el lugar no tiene mayor atractivo. Por cinco pesos (lo mismo que sale la entrada al museo de la Estancia), nos pareció una garcha. Además, tiene unos sensores ridículos que si uno se acerca mucho a las soguitas que separan el área de recorrido de las zonas "no permitidas" que son re buchones. ¡Como si hubiera algo importante para robarse!
Después partimos con Papá Oso a buscar algún lugar en el que refrescarnos y aprovechar el primer calor interesante de nuestra estadía. No sin antes pispear la zona "top" de la ciudad. ¡Qué casas y cuánto buen gusto arquitectónico! Hay mucho Art Noveau, que nos vuelve locos.
Terminamos en Villa Los Aromos, un balneario bien de pueblo con algunas playitas para chapotear.

El lugar lindo, aunque la arena un poco gruesa (yo fui sin mis havaianas y lo padecí). Y para los lugareños resultamos criaturas de lo más exóticas porque notamos miradas de curiosidad a troche y moche. Nota mental: vestirse de forma poco llamativa y/o más ordinaria para mimetizarse con el entorno. By the way: Había unos cuántos papis morruditos que hubieran enamorado a varios de mis amigos más cercanos.

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La Cumbrecita

El clima que nos tocó estas vacaciones es muy bipolar. Hay sol, llueve, llueve con sol... Es un poco una mierda, pero como nosotros somos muy valientes no nos acobardamos con el mal tiempo y salimos a la aventura igual.

Así que el sábado, aunque estaba medio feo, decidimos partir hacia La Cumbrecita. Y realmente la pegamos, porque la pasamos genial. En el camino nos agarró la niebla y hicimos treinta y pico de kilómetros en medio de una nube que no dejaba ver más allá de 20 metros a la redonda, pero no nos importó. Paramos en Inti Yaco para sacar fotos del fenómeno, pronto serán dadas a conocer en su blog amigo. Y cerca de La Cumbrecita la nube desapareció y completamos el viaje sin problemas.

Como contábamos el año pasado, La Cumbrecita es un pueblo peatonal. El auto se deja o bien en el estacionamiento que está en la entrada del pueblo o bien en el parking que está sobre la ruta antes del camino que baja al lugar. Me acuerdo que la primera vez que fuimos terminamos reventados, pero esta vez nos fue mucho mejor y no nos cansamos tanto. El año pasado por ir a la endemoniada cascada (wasserfall) perdimos mucho tiempo y no pudimos ver otras atracciones de la aldea. Así que esta vez nos inclinamos por ir por otro camino que nos llevó al Castillo (dos casitas rarísimas, abandonadas, de onda medieval y con unos dibujos muy curiosos pintados a manera de mosaicos en las paredes), a la Casa del Oso (una casa con un oso de madera gigante en la puerta) y a la Confiteria Liesbeth. Y de ahi, bajamos a ver el Lago de las Truchas, con sus saltos de agua previos y las curiosas formaciones rocosas que hay camino a esta olla de agua.




Ah, almorzamos "plato europeo" en Fritz 41: Salchicha alemana, con chucrut y papas. ¡Muy bueno! Y la lluvia amenazó con hacernos abortar toda la operación en varias oportunidades, pero seguimos adelante igual y aunque nos mojamos un poco, pudimos aprovechar esta visita mucho más que la del año anterior.

El climax del paseo fue tomar el té con tortas caseras en Liesbeth, un local que atiende a los turistas desde 1940. Soñado el "apfelkuchen" (torta de manzana), pero a mí lo que me volvió loco fue la empanadita de frambuesa. ¡Qué ricorrr! Y el té en hebras estaba muy bueno. Además muy lindo lugar, con apenas 5 o 6 mesitas, en un salón con muebles de madera, flores y plantas.

Camino de regreso a la entrada al pueblo compramos algunas chucherías (un cactus de lana, por ejemplo) y hablamos de por qué habrá gente tan desubicada y ordinaria, que en un lugar que es un paraíso de tranquilidad y belleza hablan a los gritos, hacen quilombo cual neanderthales o exhiben conductas incivilizadas sin motivo aparente. Pero bueno, hay cosas contra las que no se puede luchar...

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La Van Feliz

Nos enamoramos de esta van "feliz" que vimos estacionada en Santa Rosa de Calamuchita. ¿Es genial o es muy de fumanchero?

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Siguen las vacaciones en Villa Gral Belgrano

Hay más vacaciones para este boletín.

Los Reartes y la lluvia
Ayer amaneció soleadísimo y decidimos ir a pasar el dia a Los Reartes, un pueblito bordeado por un río a pocos km de Villa General Belgrano. Pero a punto de salir empezó a llover con sol. Nos fuimos igual y paró, pero después de encontrar el lugar perfecto para instalarnos se largó de nuevo y tuvimos que volvernos. Pero como después paró, regresamos para pasar una tarde apacible frente al río (habano y gancia one incluidos).


Y este año descubrimos una zona de playas más alejada de la entrada que está buenísima. Nos tuvimos que volver tipo 5 y pico, cuando empezó a llover; mientras en Buenos Aires se caía el cielo abajo.

Best lomito EVER!
Como nos volvimos a la villa al mediodía, decidimos comernos un lomito en un lugar llamado Delicias, en pleno centro de VGB. ¡Qué todo! ¡Fue el mejor lomito EVER! La verdad, recomendadísimo ese lugar.

La muerte del Hombre de Jengibre
Compramos un Hombre de Jengibre en la confitería Viena como el año pasado. Pero en su segunda salida a la calle para una sesión de fotos, la humedad y la lluvia atentaron contra su salud y el muñeco terminó descuartizado. Tuvimos que comérnoslo a orillas del río Los Reartes.

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