De cómo nos conocimos (Parte 3)

Finalmente llegó el día que fui a su casa. Estaba bastante nervioso, pero no me acobardé y fui de todos modos. El amigo al que había ido a buscar al chat cuando lo conocí a Papá Oso me había dicho que no fuera puta y que no entregara la primera vez. ¡Qué loca mala! ¡Como si yo hubiera sido la más promiscua! Llegué a su casa, un lindo lugar con un living enorme onda loft. Tomamos un té frutal importado y hablamos un poco y me preguntó si estaba listo para el masaje, que no tuviera miedo, que me iba a gustar. Y bueno, me saqué la ropa (me quedé en calzones, ¡malpensados!) y me subí a la camilla, entregado a lo que pudiera pasar. El masaje fue realmente alucinante y fue una buena forma de romper el hielo y conocernos mejor, aún casi sin pronunciar palabras.
En algún momento la sesión se fue al diablo y nos empezamos a besar. Fue algo muy intenso, que pocas veces sentí en mi vida. Y después de un rato, me alzó y me llevó con él a la cama, en donde nos quedamos abrazados tiernamente, bien acurrucados, dándonos calor y afecto. Y desde esa primera vez que nos abrazamos, nunca más nos soltamos el uno del otro. Después, él me cocinó fideos con salmón (Papá Oso sabe perfectamente cómo hacerte sentir mimado), cenamos juntos y me quedé a dormir.
Fue la primera de muchas veces. Y así, casi sin querer, terminamos noviando. Y a los seis meses nos "casamos" (con intercambio de anillos frente al lago Nahuel Huapi una noche bastante fría) cuando nos fuimos de vacaciones. Pero bueno, esa es otra historia. Espero que les haya gustado, muchos amigos míos saben los detalles porque les contamos este cuentito de hadas muchas veces. Y como me parece una historia linda que ya llegó a los 10 años la quería compartir con ustedes.