Nightclubbing
Ayer después de una cena más que olvidable en Tuffi (el local de pasta libre que queda en Córdoba y Acuña de Figueroa al que no deben ir por ningún motivo) nos dirigimos a reventar la noche en The Sub, la nueva megadisco gay de Buenos Aires. Menos mal que mis fondos estaban en poder de Papá Oso, porque no hubiera pagado 25 pesos para ir a bailar ni en pedo. Igual, una vez adentro, y canilla libre (de mala calidad) de por medio, los 25 mangos se convirtieron en la mejor inversión de mi vida.
Al principio sentí un poco de miedo, porque la entrada de The Sub era un poco como el túnel de "Irreversible" y tenía miedo de que La Tenia estuviera al acecho. Pero no, parece que el lugar es un sótano que, según deduzco, debía formar parte de la tienda departamental Harrods. Lugar amplio y despojado (Leopop! estuvo muy atinado al mencionar similitudes con Cemento) con columnas de hierro anaranjadas iluminadas con reflectores.
La música normal (un par de temas buenos, el resto medio medio), la gente un tanto hecha mierda. Mucha loca, mucha.
Papá Oso flechó a un Oso Grandote que lo emboscó cuando fue a pedir unos tragos y que le encajó un beso apasionado. Después Papá Oso intercedió para que yo no me quedara sin beso. Woof! Lo que pasó después muy bien no lo recuerdo, porque el alcohol comenzó a nublar mis sentidos. Sólo recuerdo que hubo muchos besos y abrazos, pero no del Oso Acosador.

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