Star Wars: Episodio III
Fuimos con el Equipo Livra (suena como su fuera la Liga de la Justicia pero no) a ver "Star Wars: Episodio III - La venganza de los Sith", la apasionante conclusión de la saga creada por George Lucas (que frase marketinera!). Los episodios I y II me habían gustado. Claro, no estaban a la altura de las tres primeras películas (frase hecha para quedar intelectualoide). Pero hay que decir que después de estar tercera entrega de la trilogía de la "precuela" (que palabra fea), las otras dos me parecen una verga.
Veamos... El malvado General Grievous (pobrecito lo tos que tenía y qué feo era) secuestra al Canciller Palpatine (eso se vio en Clone Wars) y Obi Wan Kenovi (Ewan McGregor, que con esa barbita está para comerlo a besos) y Anakin Skywalker (Hayden Christiansen) van a rescatarlo. Pero cuando después de una pelea con el Conde Dooku (Christopher "Saruman" Lee), Obi Wan queda fuera de combate y Palpatine (que no es otro que el maligno Papa Benedicto XVI) manipula a Anakin para que lo mate. A partir de acá las cosas se ponen turbias. La senadora Amidala (Natalie Portman) queda embarazada de Anakin y el Jedi comienza a tener premoniciones feas. Por lo cual decide pasarse al lado oscuro de la fuerza para evitar el trágico destino de su amada. De más estar decir que las cosas se ponen muy feas para todos. Y no cuento más porque hay que ir a verla.
¿Qué puedo decir de la película? Que no hay tanto Jar Jar Bins pero más drama y reflexiones filosóficas. Y un subtexto antiimperialista genial. Lucas tiene suerte de que no lo tilden de anti-americano. Porque en más de una escena parece que estamos viendo a Bush por el noticiero, instando a una guerra para que haya justicia (cuando Palpatine se convierte en Supremo Canciller), o cuando Anakin le dice a Obi Wan "Si no estás conmigo, sos mi enemigo y te tengo que destruir". Pero los mejores parlamentos son los de Padme Amidala: "así es como se termina la libertad, con un gran aplauso", reflexiona, luego de haberse cuestionado si la democracia que estaban defendiendo no era una gran dictadura encubierta. Nada más... Véanla!.

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