Palermo Freak
Después de almorzar una comida bien patria (locro con empanadas en La Cocina Catamarqueña, Pueyrredón y Arenales), porque somos bien patrióticos, nos dirigimos a palermear.
Primero, en Plaza Serrano se nos colgó a hablar un artesano limadísimo, que nos contó que tiene un proyecto para hacer recitales y donar los fondos a la construcción de hospitales de niños. Un lime bárbaro. Nos dijo que vivía en Pilar y que se olvidaba las cosas porque fumaba porro. Quiere que colaboremos con ellos porque vió mi pin de "Se viene el zurdaje" y le pareció cope. Y me dijo que tengo los ojos hechos mierda de tanta computadora (?). Ah, nos contó que se quiere comprar un terrenito en Córdoba porque Buenos Aires en unos años va a estar toda inundada. Papá Oso le compró un arito, después de la charla bizarrísima y sin desperdicios.
Nos fuimos caminando por Honduras y no tuve mejor idea de señalarle a Papá Oso unos rosarios. "¿Saben qué son?", nos preguntó el vendedor. "¿Tibetanos?", respondió ingenuo como siempre Papá Oso. "No, son musulmanes", nos dijo el vendedor. El musulmán, un tanto afectado en su hablar, nos contó que los hacía él, después de rezar un salmo de apertura, lavarse las manos, los pies, la nariz y la boca. Y que los enhebraba mientras sonaba un casette con el Corán. Papá Oso, con su habitual magnetismo habitual, captó toda la atención del individuo, que terminó hacipendole "una atención" (léase rebaja en el precio, malpensados hijos de una gran siete). No sin antes contarnos uno por uno el material de cada collar. Después nos fuimos, pero mirando al piso y sin parar. Para no seguir atrayendo freaks.

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