San Luis IV
Tenía que terminar con mis apuntes del viaje a San Luis, pero esta semana fue un caos. Acá va el posteo final.
Circuito termal
Después de tres años de vacacionar en Entre Ríos, la idea de visitar alguno de los centros termales puntanos nos pareció una idea genial. Y aunque hizo bastante calor todos los días, emprendimos el camino, seducidos por la idea de, además, conocer la Salina del Bebedero.
Como nos despertamos tarde y rumbeamos hacia la zona de las termas cerca del mediodía, decidimos dejar las salinas para lo último. Así llegamos al pueblito de Balde, en donde nos topamos con el horror. El primer complejo al que llegamos fue Los Tamarindos, una instalación privada que pretendía hacernos pagar 15 por usar una piletita descubierta o 25 por una cubierta. Muy caro, teniendo en cuenta que en Colón la entrada a las termas salía 10 pesos y podías usar varias piletas muy grossas y las inolvidables duchas termales. "No fucking way", gritamos a coro, y nos dirigimos al complejo municipañ. ¡Qué depresión! Nos ofrecieron una sesión de dos horas por 15 pesos en una bañaderitas instaladas en unos cuartuchos espantosos. "¡Sigamos hasta San Jerónimo!", exclamamos excitado. Pero después de un largo trecho (en dirección contraria a la salina), nos topamos con un panorama igual de decadente. Enojados, rumbeamos con regreso a la capital puntana, en donde nos desquitamos comiendo unos lomitos increíbles en el centro comercial del Wal Mart.
El camino de la fe
En la televisión, Papá Oso vio una propaganda del dique de Nogolí, un emprendimiento que prometía diversión a granel. Y allí fuimos, emprendiendo la ruta mística hacia el norte. Primero paramos en Soyuque, en donde hay un monasterio divino -construido a principios de la década- en lo alto de una montaña. La decepción fue grande al descubrir que las tiernas monjitas cierran de 13 a 15.30 y que habíamos llegado en el horario donde no se puede ingresar. Sacamos fotos y vimos un ovejero alemán con el pingo duro sentado en una terraza, pero esa es otra historia.
Tenía que terminar con mis apuntes del viaje a San Luis, pero esta semana fue un caos. Acá va el posteo final.
Circuito termal
Después de tres años de vacacionar en Entre Ríos, la idea de visitar alguno de los centros termales puntanos nos pareció una idea genial. Y aunque hizo bastante calor todos los días, emprendimos el camino, seducidos por la idea de, además, conocer la Salina del Bebedero.
Como nos despertamos tarde y rumbeamos hacia la zona de las termas cerca del mediodía, decidimos dejar las salinas para lo último. Así llegamos al pueblito de Balde, en donde nos topamos con el horror. El primer complejo al que llegamos fue Los Tamarindos, una instalación privada que pretendía hacernos pagar 15 por usar una piletita descubierta o 25 por una cubierta. Muy caro, teniendo en cuenta que en Colón la entrada a las termas salía 10 pesos y podías usar varias piletas muy grossas y las inolvidables duchas termales. "No fucking way", gritamos a coro, y nos dirigimos al complejo municipañ. ¡Qué depresión! Nos ofrecieron una sesión de dos horas por 15 pesos en una bañaderitas instaladas en unos cuartuchos espantosos. "¡Sigamos hasta San Jerónimo!", exclamamos excitado. Pero después de un largo trecho (en dirección contraria a la salina), nos topamos con un panorama igual de decadente. Enojados, rumbeamos con regreso a la capital puntana, en donde nos desquitamos comiendo unos lomitos increíbles en el centro comercial del Wal Mart.
El camino de la fe
En la televisión, Papá Oso vio una propaganda del dique de Nogolí, un emprendimiento que prometía diversión a granel. Y allí fuimos, emprendiendo la ruta mística hacia el norte. Primero paramos en Soyuque, en donde hay un monasterio divino -construido a principios de la década- en lo alto de una montaña. La decepción fue grande al descubrir que las tiernas monjitas cierran de 13 a 15.30 y que habíamos llegado en el horario donde no se puede ingresar. Sacamos fotos y vimos un ovejero alemán con el pingo duro sentado en una terraza, pero esa es otra historia.
Seguimos camino hasta llegar a Villa de la Quebrada, "Capital de la fe". Es un pueblito de casitas un poco antigua cuyo máximo atractivo es la iglesia donde está el Cristo de la Quebrada, un crucifijo milagroso que un señor encontró adentro de un algarrobo (?). Paramos y sacamos algunas fotos (como la de "Entre bien vestido a la casa de Dios") y paramos en el local de souvenirs, en donde nos topamos con la sorpresa de nuestras vidas. Al parecer, un habitante del pueblo había conservado parches para la ropa "made in USA" del año 1980 y los estaban rematando, a razón de tres pesitos cada uno. Desesperados, empezamos a elegir los apliques que seguramente causarán furor en las fiestas Compass, en Brandon y en Namuncurá. Entre los motivos más destacados hubo parches policíacos (el fetiche por la autoridad es una debilidad de muchos), otros con el oso de la universidad de California y unos de Hawaii, el más logrado con un arcoiris tricolor. Antes de partir, compramos pan y bebidas en el kiosko contiguo, en donde el dependiente nos inquirió acerca de la naturaleza de nuestra relación.
Vendedor: ¿De donde son?
Luke: De Buenos Aires
Vendedor: ¿Y les gusta San Luis?
Luke: Si.
Vendedor: ¿Son compañeros de trabajo?
Luke: No, amigos.
Vendedor: ¿Y de dónde se conocen?
Luke: De la vida...
Más tarde reflexionamos con Rob que haberle dado mayores detalles sobe nuestro vínculo hubiera generado tema de conversación entre los lugareños durante décadas.
Así seguimos hasta Nogolí, otro pueblito quedado en el tiempo, para después llegar al famoso dique. Para construir la represa, talaron gran parte de una montaña y pusieron las piedras delante del cauce de un río. En el medio se formó un embalse con pequeñas islas verdes -picos de montañitas tapadas por el agua- que le daban cierto aire oriental al paisaje. Decidimos que poner un Buda gigante y un templo hubiera sido un lindo gesto para marcar el final de semejante recorrido plagado de íconos religiosos y campos con nombres de vírgenes y santos.
New York, New York
Si bien nuestra visita a Golden Palace no fue muy divertida, unos días después descubrimos el otro casino de San Luis: el New York. Y más allá de la insistencia de nuestros amigos por visitarlo, conocer el lugar se imponía por los atributos netamente bizarros del mismo. El New York está en una esquina del centro de San Luis, en la que se emplaza una réplica de la Estatua de la Libertad de unos tres pisos de altura. Pero eso no es todo: en la puerta del complejo hay un Yellow Cab. Y en uno de los laterales del edificio hay una reproducción de uno de esos callejones con edificios y escaleras de emergencia que se ven siempre en las películas. Así que allí fuimos. Pero nada nos preparó para lo que íbamos a encontrar. Es que el interior del lugar es una réplica kitsch de la "Gran Manzana", con reproducciones de utilería del puente colgante, Times Square, Little Italy y demás íconos neoyorquinos. Un flash de aquellos. Además, pasaban música copada (Scissor Sisters y cosas parecidas). Después nos aventuramos al casino Tropicana, pero ese era bastante pedorro, con palmeras artificiales y música latina pedorra muy Miami.
Y ese es el final de nuestras aventuras por la república de San Luis, un paraíso de bizarrerías y encantos naturales. Ah, hay que hacer una mención especial a la familia de cuises que nos visitaba en nuestro jardín tarde a tarde.
Algunas fotos más:
El Parque Nacional de las Quijadas
Siete Cajones y el Monumento al Pueblo Puntano
Vista panorámica desde el mirador a Ciudad de la Punta
10 comentarios:
Notaron que cada uno de los 3 casinos tiene un "target" especial?
primero el fashion (el mas cerca del centro), despues New York (maso maso), y ultimo "tropicana" donde (me causó curiosidad), tiene un estacionamiento de bicicletas afuera...
yo solo pase incansables veces por el flamingo...
Quiero que sepan de yo recibí uno de esos parches de la foto.
q increíble lo de los parches, leik!
hubiera estado bueno que le digas al vendedor el verdadero vínculo entre ustedes, pero capaz que no estaba preparado para recibir esa información!
Xavi: No sé a cuál te referís "más cerca del centro" (Por ahí es el Flamingo, que dice Anisett, ese no lo conocimos).
Porque el Golden Palace (cerca de la Catedral pero para el lado de Casa de Gobierno) fue el peor de todos jajaja.
Igual, es cierto lo de los targets de los casinos. El NY nos pareció el más top de los que visitamos (el Tropicana y el Golden eran muuuuy para la chusma jaja).
Capitán: Lo quiero ver con el parche puesto.
Fok: Era imposible. Nos hubieran corrido con palos y antorchas... como en una película de "Frankestein" pero con música de Benny Hill.
si, efectivamente el que esta mas cerca del centro es el Flamingo. Igual no te perdiste de mucho, es muuuuy chiquito, pero de afuera es muy vistoso y tiene muchas luces y fuentes de colores :)
Una cosa más acerca de los Barrolucos, que mencionaste en otro post: con uno de esos tenés proteínas para alimentar a medio Biafra durante un año.
Yo me comí uno, y un poco más me tuvieron que patear el pecho para que me "baje"... son mortales.
Tope con tu blog y te cuento q te quedaron muchos lugares lindos sin conocer
sobre todo al noreste la parte de villa de merlo, quines, en donde si no me equivoco tambien hay aguas termales y un rio hermoso al pie de las sierras,bajo de veliz,en donde encontraron fosilizada una araña gigante...chan! jajaj.en donde estuviste vos es dpto capital,y ahi cerca de san luis tenes trapiche que es lindisimo y potrero, que para la semana del etudiante se pone muy bueno en potrero rock
Coordialmente...mas que invitadazo!!
Besos
Eli de (S:L)
Xavi: yo comí uno a medias :-)
Eli: Sí, estuvimos alojados en Potrero y visitamos Trapiche, entre otros lugares. En anteriores posts hablo de eso. Besos!
Sorry!...recien me avivo...viteh como es...voy con una hora de atrazo!
jajaj
BEsasOs!...
Bye
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