Fin de semana internacional
El fin de semana estuvo signado por el colorido latinoamericano y el exotismo del lejano Oriente. El sábado pasamos por la muestra “Try México” (bastante mejor que la anterior “Try Japan”), porque tenía que escribir una nota sobre el taller de piñata. Recorrimos la Ciudad Cultural Konex, especialmente decorada para la ocasión y, para vivir la experiencia, armamos nuestra piñata, después de reportear al “profesor” de esta especialidad.


Fue divertido, sobre todo porque Papá Oso le puso mucha garra osuna y la gente pasaba y lo miraba embelesado, como diciendo “guau, que tipo grossísimo, mirá qué clara la tiene”. Sí, y hasta recibió ofrecimientos de ayuda de un jovenzuelo avivado. Pero la cosa no pasó a mayores.

Después de sacar muchas fotelis comimos algo (picante, of course) y regresamos a nuestro hogar. Después hubo un touch and go en lo de Polg, cena en “El 22” (Dios nunca comí tanto!) y posterior paseo por Santa Fe para bajar la comida. ¡Otro zoológico humano!


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Y como quien no quiere la cosa, el domingo fuimos con mi suegra al Barrio Chino, en donde nos encontramos nuevamente con Bob y Lucas. Bob tiene toda la razón del mundo cuando dice que la zona se está “palermizando”. ¡Si hasta nos dieron un volante de una feria de diseño! De todos modos, el crecimiento le sentó bien a nuestra pequeñísima Chinatown. Ahora hay un par de negocios más de chucherías (es como en el Once, pero sólo lo más chino) y un par de supermercados nuevos.

La verdad que para mí la experiencia de entrar en uno de esos supers me supera. Me enloquezco, quiero comprar todo, quiero saber qué es cada cosa, quiero llevar cosas que no sé que son sólo por el envoltorio. Pero claro, se hace difícil en tiempos de 3 a 1. Así que llevamos lo mínimo indispensable y agarramos nada más unos caramelos de yogurt y de ginseng. Y me quedé con las ganas de llevarme el frasco de condimento con huevas de bacalao (¡Sí! ¡El “tarako” de ese video infernal que postié hace unas semanas!). Será seguramente la próxima.

Pero antes de eso recorrimos las dos cuadras, miramos boludeces en los puestitos callejeros (parece que la onda en Chinatown son los llaveros en forma de pene, o los que son una mina abrazada a un falo), conseguí un llavero de Spiderman SD (“Super Deformed”) y degustamos cosas ricas en la calle.

Eso sí es un verdadero hallazgo, porque antes no había tanta oferta, y es una forma de comer comida japonesa que no hay en otro lado y que no sale un ojo de la cara. Como Bob y Lucas ya le habían vendido su alma al Tío Sam, probamos sólo un brochette de tempura, otro de pollo frito y uno de bolitas de calamar. ¡Las bolitas y el tempura son excelentes! Y después compramos unos panes al vapor rellenos de algas... ¡Muy buenos! Y los ya clásicos buñuelos de masa suave y pastelera. Sin dudas vamos a regresar más seguido.


2 comentarios:

jose dijo...

'Pero antes de eso recorrimos las dos cuadras, miramos boludeces en los puestitos callejeros'

Mientras coloco una mano en un huevo, sugiero cambiar la última palabra por 'de la calle'

DITD dijo...

En la foto 3 Papá Oso pareciera tener orejas de Mickey.