Lake y su bizarre streaming

El Blues del Peluquero que ya no está
Como último paso antes de mi fiesta de cumpleaños, me fui a Rolo y Alejandra Estilistas, mi peluquería de confianza. O, al menos, la que hasta el momento lo era. Me paré en la puerta a esperar que me abrieran (tienen cerrado por precaución, no vaya a ser que le roben las joyas a alguna de las bobes que van a peinarse allí) y quedé en shock. Hernán, mi peluquero de siempre, no estaba. Había otro. Alguien que no conocía. Tuve un repentino panic attack, pero quedaba mal dar media vuelta y salir corriendo. Así que pasé. Y me senté a esperar que terminara. Sé que voy a quedar como reverendo pelotudo al escribir esto pero mientras esperaba tuve taquicardia. Mandé SMSs a un amigo de confianza que siempre me ayuda en momentos difíciles y sólo obtuve como respuesta un malintencionado: "Ay, vos dejás todo para último momento, Papá Oso tiene razón en TODO". Me sentí completamente desmoralizado. Encima una chirusa me vino a decir si me iba a lavar el pelo. "No, lo tengo limpio", fue mi respuesta. O sea... ¿qué sentido tiene lavármelo antes? Hernán me lo lavaba después, antes de ponerme gel (era su único defecto, el fetiche por embadurnarme con esa cosa pegajosa rosada).
Finalmente llegó el momento. Pero antes de que me preguntara qué quería hacerme en la cabeza, el peluquero señaló algo sobre mi barba. Bah, en exactas palabras: "¿Esa barba?". A lo que respondí un "Sí, ¿qué tiene la barba?". O sea... What the fuck? El peluquero me dijo que podíamos hacer "un diseño de barba". "¿Nunca te hiciste?". Le expliqué que no y le expliqué cómo quería cortarme el pelo. "Corto a los costados, con una crestita, pero no muy exagerada". Me dijo algo como que iba a ser "lo más discreta posible". Y me puse a pensar que no quería lo más discreto posible, quería discreto en su justa medida. Suspiré y dejé que empezara a pasarme la máquina por los costados, después de contarle que las últimas veces me había quedado medio soldadito y aclararle que estaba bien así. Y ahí vino el golpe mortal.
"Hernán pegó un laburo bárbaro, lo contrataron de Ideas del Sur. Le pagan re bien. Pero tiene que estar disponible a toda hora. ¿Mirás 'Bailando por un sueño'? El sale a veces detrás de cámara porque la peina a Catherine Fulop". Lo que me faltaba. Tinelli me robó a mi peluquero. ¿Qué más me podía pasar? Ahora entiendo exactamente lo que sintió Susana cuando Miguelito Romano le puso sus extensiones a Nacha Guevara para 'El tiempo no para'.
Pero claro, faltaba el "diseño de barba". Le aclaré que no sacara demasiado. "No, vamos a sacar lo que se levanta y lo que está muy largo". Lo dejé hacer. "Mirá, esto es otra cosa. Tener barba es como tener el pelo largo, hay que cuidarlo. Si no, parece que te fuiste a una isla desierta y no había una prestobarba". Claro, lo que faltaba. El peluquero sustituto me daba indicaciones sobre mi look. "Las patillas la podemos afinar un poco". Le dije que no, que lo dejara así, que me gustaba. "Si, se ve que te gusta tener un toque informal". What the fuck? Intenté explicarle que no quería quedar como una de esas megalocas con las barbas todas dibujadas, pero sólo salió un sequísimo "sí".
"Bueno esta vez por ser la primera vez, el diseño de barba te lo hago sin cargo. Pero si querés la semana que viene venís y la sequimos trabajando. Con el diseño de barba podemos hacer la fantasía que quieras". Mi fantasía en ese momento era cagarlo bien a palos. Pero me contuve. Siguió. "Hasta podemos ponerle color". What the fuck! Unos momentos más tarde me puso perfume en donde me había afeitado. "Va arder un poco, pero la vida del hombre es dura". No entendí qué quiso decirme. Tal vez confundió mi estado de tensión con homofobia. Aunque no pude dilucidar si era o se hacía (aunque la pulserita con dijes era un poco fuerte). Después intentó ponerme cera, a lo que me opuse. Me puso un poco de gel. Me despedí y pagué.
Pero me fui con una sensación rara. Porque uno va a una peluquería porque sabe que le cortan el pelo más o menos bien. Y tiene la suerte de encontrar un peluquero al que después de un tiempo le dice con confianza "haceme lo que quieras". Y cuando volvés y no esté, adentro tuyo hay un vacío difícil de llenar. Este estilista tenía una único intento para convencerme. Y creo que, aunque no me cortó mal, con todo el otro circo la cagó. Supongo que volveré a Rolo Coiffeur a ver si me cruzo con Alfredo Casero (el día que lo vi fue lo que me salvó un día muy feo). Pero tal vez empiece a experimentar en otras peluquerías.