Así que el sábado fue estrenado tan exótico aparato. El chef compró queso (de raclette y gruyere), una selección de fiambres e hirvió papas andinas, remolachas y zanahorias. Y con todo listo nos dispusimos a disfrutar de este plato. Primero, se pone el queso en una suerte de planchitas de teflón para que se caliente y se derrita. Y en la placa de mármol y las planchas en la parte de arriba de la raclettiere se pueden calentar/dorar las verduras. Cuando el queso está listo, se vierte sobre el plato de uno, cubriendo verduras y fiambres que son acompañados con pan, picles y champignones (al menos en la versión de Papá Oso). ¡Una delicia!
Es ideal para comer en grupete, charlar y tomar bastante vino. Pero cuidado con atorarse, que llena muchísimo. Nosotros acompañamos con una tarta de frutillas de postre (una receta fabulosa que vimos en un programa de Casa Club TV). Y golosinas, porque también nos plegamos a Haloween.
Por lo que vi en la net, en muchos países usan la raclette para hacer otros platos. Así que le veo mucho futuro como fuente de felicidad para hacer hamburguesas con queso, brochettes y vegetales asados.
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1 comentarios:
En la casa donde pararemos en Bruselas, sale mucho la raclette para homenajear a los huéspedes. Ya la estoy saboreando.
Muchos besos!
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