Raclette: el banquete afrancesado

Cuando Papá Oso se fue de viaje a Evian en 2007, volvió maravillado con un plato de los alpes franceses/suizos llamado Raclette. De hecho, estuvo averiguando para comprar una raclettera, pero por un motivo u otro no lo hizo. Sin embargo, la magia de Alfredo Coto hizo posible que este osito simpaticón cumpliera su gran sueño, cuando hace cosa de un mes puso en oferta unas "parrillas eléctricas" Top House que no eran otra cosa que racletteras con un nombre "argentine friendly".


Así que el sábado fue estrenado tan exótico aparato. El chef compró queso (de raclette y gruyere), una selección de fiambres e hirvió papas andinas, remolachas y zanahorias. Y con todo listo nos dispusimos a disfrutar de este plato. Primero, se pone el queso en una suerte de planchitas de teflón para que se caliente y se derrita. Y en la placa de mármol y las planchas en la parte de arriba de la raclettiere se pueden calentar/dorar las verduras. Cuando el queso está listo, se vierte sobre el plato de uno, cubriendo verduras y fiambres que son acompañados con pan, picles y champignones (al menos en la versión de Papá Oso). ¡Una delicia!






Es ideal para comer en grupete, charlar y tomar bastante vino. Pero cuidado con atorarse, que llena muchísimo. Nosotros acompañamos con una tarta de frutillas de postre (una receta fabulosa que vimos en un programa de Casa Club TV). Y golosinas, porque también nos plegamos a Haloween.
Por lo que vi en la net, en muchos países usan la raclette para hacer otros platos. Así que le veo mucho futuro como fuente de felicidad para hacer hamburguesas con queso, brochettes y vegetales asados.





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1 comentarios:

perez dijo...

En la casa donde pararemos en Bruselas, sale mucho la raclette para homenajear a los huéspedes. Ya la estoy saboreando.

Muchos besos!