Odisea, en busca del plato perdido.

Sigo insistiendo, un poco caprichoso, con que los japoneses me arruinaron el sábado. Quería ir a un restó de cocina okinawense cerca de casa para celebrar mi aniversario, pero llegamos y estaba cerrado. ¿A quién se le ocurre cerrar un sábado a las 23.30? Me parece que no les gusta laburar.
Intentamos pasar por Turandot, un restaurant de cocina húngara, pero nos pareció un poco caro. Así que terminamos en Aire, un local muy coqueto de cocina de autor con un flavour autóctono. De entrada, ensalada tibia de confit de pato con variedad de hojas verdes, vinagreta, semillas de sésamo y lino. Papá Oso pidió brótola a las hierbas con risotto de zanahoria. Y yo un pastel de cordero y zapallo con cous cous. Excelentes los platos. Y hasta la vajilla era un fuego. Después de comer y charletear pedimos café y un postre (ravioles de mango y chocolate) que nunca llegó porque se les quemó en la cocina. Igual, nos hicieron un descuento y nos convidaron un licor de naranja increíble. No es super barato, pero para la zona de Palermo Hollywood no es tan caro (gastamos 128 dos personas, con dos copas de vino y dos gaseosas). Y es sumamente recomendable.

1 comentarios:

Laurinha dijo...

Que pena lo de Turandot, muero mal por el goulash...