Una grossa
A los nueve años hizo su primera obra de caridad donando algunas prendas que ya no usaba a quienes las necesitaban. Cuando apenas había pasado la barrera de los 17 bordó una cartera para vender y así debutó en la independencia económica. Al año siguiente diseñó algunas polleras sobre moldes que acercó a una costurera y logró financiar con un crédito a sesenta días que solicitó en el barrio de Once. Las ventas progresaron y una de sus clientas, dueña de una boutique, le propuso pasar ropa en su próximo desfile. Más tarde, revolucionó la vida de un pueblo con la organización de una gran feria de ropa usada en la plaza mayor con el objetivo de recaudar fondos para el hospital zonal. Ese fue el inicio de una cadena de acciones similares en torno a las prendas de vestir.
No, no es la vida de la Madre Teresa ni de Cocó Channel... es una síntesis de la vida de Patricia Miccio...según Caras.
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