Sigue la saga de la paloma

Aunque aún no tiene nombre (mis amigos insisten con que la bauticemos Alegría), la paloma blanca se instaló comodamente a vivir en nuestro balcón. Desde hace varios días, cada vez que abrimos la puerta para darle de comer y le hacemos ruido con el frasco de las semillas, viene volando como una loca a alimentarse. Bah, el frasco ya lo cambiamos por un dispenser de plástico y ahora viene volando cuando nos escucha que estamos por ahí. Además, se tomó por costumbre dormir en la cornisa, en donde se instala antes de que caiga el sol y se queda acostadita, mirando el horizonte. Es adorable mal. Igual, estamos un poco preocupados porque las otras palomas están cada día más agresivas. Hay una grandota que patotea a las demás y las echa para que sólo coma su hembra. Y a nuestra palomita blanca le trata de picotear la cabeza para desplazarla. Nuestra paloma está un poco hinchada las pelotas y los últimos dos días se mandó a mudar, aunque siempre volvió para dormir en nuestra cornisa. No sabemos bien que hacer con las palomas malas y nos da miedo que nuestra paloma se vaya para evitar la competencia. De todos modos, hasta ahora siempre volvió. Además, tomó tanta confianza que ahora se mete a comer en nuestra cocina, mientras nosotros les espantamos a las buitras que la quieren agredir.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pónganle "Romay"

Anónimo dijo...

Me encanta la paloma, Marian!

Me gustarìa que se llamara Yolanda, como mis dos abuelas y una tía. Pero Alegría puede andar también.

Besos y felicidades!

Anónimo dijo...

Voto por Romay, aguante Don Alejandro!!!!!