La historia es un poco larga y extraña, pero lo concreto es que tenemos una paloma blanca como nueva mascota. Nosotros no la elegimos, ella nos eligió a nosotros. Paso a detallar.
Hará mas o menos un año un grupito de palomas comunes comenzó a merodear nuestro balcón de atrás (el depto tiene un blacón al frente y uno que sale de la cocina, en donde otros pisos tiene un lavadero). Dicho balcón no tiene mucha utilidad, salvo la de permitirnos poner algunas plantas. Papá Oso es fanático de las suculentas, y como ahí no hay mucho viento y da mucho el sol, algunos "hijos" de las plantas del balcón de adelante los llevamos ahí para que crezcan. Hubo una planta que crece hasta convertirse en una especie de pinito que creció y se multiplicó. Y que estas palomas de mierda empezaron a atacar sin piedad. Así que no son bienvenidas en nuestro hogar.
Hará mas o menos un mes, una paloma hizo nido en una de nuestras macetas y puso un huevo. A Papá Oso le dio pena tirarlo. Así que la paloma empolló el huevo hasta que nacieron dos pichones, que se la pasaron piando y cagando un mes. Papá Oso estaba decidido a tirar la maceta a la mierda tan pronto como las palomitas pudieran volar. Y así lo hizo el viernes que nos fuimos a Rosario. Pero las palomas hijas de puta volvieron. Y se fueron al balcón de adelante a destrozar uno de los arreglos de suculentas, con la idea de hacer un nido nuevo. Aunque no tuvieron éxito. Así que las corrimos del balcón de atrás cuando las descubrimos. Y a todo esto apareció una paloma blanca en el piso de arriba, que miraba todo en absoluto silencio.
Cuando volvimos de Rosario, la paloma blanca estaba en nuestro balcón. Al revés de las otras, no se asustó cuando nos acercamos. Y ahí nos dimos cuenta de que tenía dos anillos de aluminio en las patas. Así que dedujimos que era una paloma de un colombófilo que se había perdido. Gracias a sus anillos pudimos averiguar el nombre, el teléfono y la dirección del dueño. Pero cuando llamamos nos dijeron que esa persona ya no vivía más ahí porque el lugar lo habían convertido en un edificio de oficinas. Nos dio mucha pena por la paloma, a la que quisimos darle galletitas pero no las comió. Así que Papá Oso trató de darle semillas de lino, que sí le gustaron. Y como la pobre no tenía dueño ni nada, le compramos alimento para aves y ahora está viviendo feliz en el balcón de atrás. Encima, la muy guacha ya se apropió del lugar, así que cuando vienen las otras palomas a comerle la comida las saca corriendo (antes las otras la habían querido echar pero nuestra paloma es más grossa y no se dejó amedrentar). Encima, un par de veces Papá Oso la llamó y vino volando. Una dulzura. Les dejo una fotito de la mascota nueva, ¿no es una preciosura?
Una paloma blanca es nuestra nueva mascota
Publicadas por
Lake
on lunes, diciembre 15, 2008
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personal
6 comentarios:
Me encantaron los tidbits graciosos en una historia llena de ternura. Maravillosa la nueva mascota! Saludos! si pudiera taggear este relato lo haria, por ahora bookmarkeo para leerlo de vez en cuando :)
Hernan Molina
¡Qué cosa bonita!
Muy linda la historia, si, pero pobre paloma... y el nombre??
No es mascota hasta que no tiene nombre.
=P
ahh que linda historia lake, si alguna vez robo algo de aquí ya sabes que no lo voy a negar jaja
es una paloma majestuosa, digna de sus nuevos dueños!
ALEGRIA!
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