Punta del Este

Una semana después de regresar, y con una copita de Capel de pisco y frutos rojos como combustible mental, finalmente me siento a relatar algunas cosas de nuestro reciente viaje a Punta del Este (con Papá Oso y nuestras respectivas madres).

El viaje
Fuimos en Buquebús. El viaje se me hizo re corto. Embarcamos, esperamos a las madres que fueron a chusmear al Free Shop, después fuimos nosotros y ya anunciaron que estabamos por llegar a Colonia. Después, un breve desayuno con "sandwich olímpico" (un sandwich de miga con jamón, queso, huevo, morrón, aceitunas, lechuga y mayonesa). Después fuimos a buscar el auto que alquilamos, porque no conseguimos bodega en el barco para ir con auto propio.
A poco de andar me quedé dormidísmo, mientras las madres y Papá Oso charleteaban animadamente. Me desperté en algún pueblo del interior, creo que Santa Lucía. Todos los pueblos del interior del Uruguay son muy parecidos entre sí y son muy similares a los de la provincia de Buenos Aires (como Luján y San Antonio de Areco). Y después llegamos a una región montañosa, creo que estábamos cerca de Piriápolis. Y después ya llegamos a Punta del Este.

Punta del Este
¡Qué opulencia! Entramos por la zona de La Mansa, que está lleno de edificios nuevos a todo culo, onda Miami. ¡Cuánto dinero! ¿Serán edificios hechos con dinero "limpio" o habrán servido para lavar guita? No lo sabemos y preferimos no enterarnos. Llegamos hasta la punta, vimos el puerto y seguimos por La Brava. ¡Qué feo es el Conrad! Tiene como un estilo muy yanqui, onda Las Vegas. No me gustó nada. Así seguimos un tramo hasta llegar al Hotel San Rafael.



El Hotel
El San Rafael es uno de los hoteles más antiguos de la ciudad. No sé bien cuando se fundó, pero por su estilo debe haber sido construido en las primeras décadas del siglo XX. Aclaro que esto es una exageración a puro título ilustrativo, pero el lugar es como una mezcla de la Mansión de Bruno Díaz y el palacio de Buckingham. Adentro, mucho mueble de estilo y adornos antiguos (la sala de estar tiene sillones muy retro y dos armaduras, entre otras delicias). Y las habitaciones son amplias y señoriales. ¡Hasta tienen un "secretaire" para escribir cartas! El baño sesentoso con mampara de acrílico es la gloria.
EL hotel es bastante grande, aunque conoció épocas mejores. Se ve que en su momento fue alo increíble (fue sede de cumbres interamericanas de presidentes y hasta alojó a los reyes Juan Carlos y Sofía de España). Tiene un salón de conferencias que parece de un palacio europeo y un enorme salón de fiestas que parecen medio abandonados. Aunque tiene funcionales la pileta, el spa (que no pudimos conocer porque siempre estábamos de acá para allá) y el gimnasio.
Y aunque nunca pudimos comer en el Hotel (el comedor es en un salón al costado que seguramente fue construido para ser boite en los 60 y 70), aunque el desayuno era todo. Lo mejor las tostadas con jamón y queso. Y las masitas secas y los brownies.





Bueno, sigo después con más detalles del viaje, incluido qué comimos y dónde.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Despues de este viaje seguro no queran mas venir a mi casa.. lo se, no es de su nievel... guaaaa... (llanto sostenido)...

Besos

Javier

Pd: pero que TOP lo niños!!!